Fue una despedida tácita, camuflada detrás de un pacto amistoso y sorprendentemente maduro. Te quiero. Yo también te quiero. Pero no soy feliz. Es lo mejor. Quien sabe lo que pasará dentro de un tiempo. No es nuestro momento. Te quiero más que a nadie. Pero es lo mejor.
En un primer instante sentí cierto alivio. Bueno, ya está, no ha sido para tanto. Uno no pone fin a una relación de casi dos años todos los días, aunque lo hubiera pensado muchos de esos días. Han sido dos años muy difíciles. Con muchos obstáculos, empezando por nosotros mismos, porque el perro y el gato tienen que tener mucha paciencia para dormir juntos. Un amor totalmente distinto al de las parejas que se adoran, que viven un idilio de cenas románticas y elegantes salidas al teatro. Un amor lleno de enfados, de resistencia, de desencuentros y apasionados encuentros. De tediosos fines de semana sembrados de protestas. Éramos amantes, hermanos y amigos, y de vez en cuando nos podíamos permitir estar enamorados y que nuestros ojos se cubriesen de la característica película dorada .Esos momentos puntúan triple.
La verdad es que no fue nuestro momento. Qué difíciles estos dos años. Hemos sido dos pingüinos que se aman y soportan el azote del viento y la nieve, pegados, dándose calor, y al mismo tiempo ,por dentro, piensan que el invierno es culpa del otro.
A oscuras, en el pasillo nos besamos. Fue muy suave, pero mucho más apasionado que todos los besos de saludo y despedida del último mes. Después nos abrazamos muy fuerte. Yo sabía que no se iba a ir. Que no iba a cambiar de número de teléfono. Que tenía una salud óptima y había pocas probabilidades de muerte súbita. Pero aun así tenía la sensación de que si dejaba de abrazarle desaparecería para siempre.
Luego, cuando estaba solo, tenía más frío que antes, y me olí los brazos y la ropa en busca de restos su olor. Y me acordé de nuestro lenguaje propio, que solo nos hacía gracia a nosotros. Y busqué la foto de su curriculum, y vi su caligrafía desigual en una nota…
Es lo mejor.
¿Cuántas posibilidades hay, más o menos, de encontrar a alguien que en contra de toda lógica o planificación te acompaña durante tanto tiempo? Incluso aunque no te haga feliz, incluso aunque no le hagas feliz.
Un pingüino que reconoce a otro entre la gente, y se pegan uno a otro para soportar la vida,ahora se separan. ¿Qué será de ellos?
En un primer instante sentí cierto alivio. Bueno, ya está, no ha sido para tanto. Uno no pone fin a una relación de casi dos años todos los días, aunque lo hubiera pensado muchos de esos días. Han sido dos años muy difíciles. Con muchos obstáculos, empezando por nosotros mismos, porque el perro y el gato tienen que tener mucha paciencia para dormir juntos. Un amor totalmente distinto al de las parejas que se adoran, que viven un idilio de cenas románticas y elegantes salidas al teatro. Un amor lleno de enfados, de resistencia, de desencuentros y apasionados encuentros. De tediosos fines de semana sembrados de protestas. Éramos amantes, hermanos y amigos, y de vez en cuando nos podíamos permitir estar enamorados y que nuestros ojos se cubriesen de la característica película dorada .Esos momentos puntúan triple.
La verdad es que no fue nuestro momento. Qué difíciles estos dos años. Hemos sido dos pingüinos que se aman y soportan el azote del viento y la nieve, pegados, dándose calor, y al mismo tiempo ,por dentro, piensan que el invierno es culpa del otro.
A oscuras, en el pasillo nos besamos. Fue muy suave, pero mucho más apasionado que todos los besos de saludo y despedida del último mes. Después nos abrazamos muy fuerte. Yo sabía que no se iba a ir. Que no iba a cambiar de número de teléfono. Que tenía una salud óptima y había pocas probabilidades de muerte súbita. Pero aun así tenía la sensación de que si dejaba de abrazarle desaparecería para siempre.
Luego, cuando estaba solo, tenía más frío que antes, y me olí los brazos y la ropa en busca de restos su olor. Y me acordé de nuestro lenguaje propio, que solo nos hacía gracia a nosotros. Y busqué la foto de su curriculum, y vi su caligrafía desigual en una nota…
Es lo mejor.
¿Cuántas posibilidades hay, más o menos, de encontrar a alguien que en contra de toda lógica o planificación te acompaña durante tanto tiempo? Incluso aunque no te haga feliz, incluso aunque no le hagas feliz.
Un pingüino que reconoce a otro entre la gente, y se pegan uno a otro para soportar la vida,ahora se separan. ¿Qué será de ellos?
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