Conspiracy of Cats

Doom comes on little cat feet.

Tuesday, April 04, 2006

Hoy de primera hora, en mi gimnasio,mientras estaba en la máquina elíptica sudando copiosamente un liquido nacarado con aroma de flor de tilo, he asistido a una escena surrealista que me ha facilitado considerablemente mantener mis pulsaciones.
Aparte de otros entretenimientos visuales (el ex-policia) y de las pantallas con la Dra Rosselló diciéndole a todo el mundo que todo lo que come es tóxico y no es kosher, repentinamente he visto por el rabillo del ojo una silueta (bueno, silueta no es muy apropiado en este caso),una forma, avanzando en mi dirección.
Se trataba de una enorme señora gitana que sonreía con placidez mientras ocupaba la máquina elíptica de mi lado. Con sus papadas palpitantes, sus corales y sus seis kilos de melena negra apresada con una goma de esas con volantes metalizados, me ha dado un suave codazo y me ha preguntado regocijada: "Nene, como va esto".
Le he mirado con los ojos (vidriosos tras cincuenta minutos de 75% de pulsciones máximas constantes) y le he explicado como ponerlo en modo manual. Me ha chocado la pregunta porque hubiera jurado que iba vestida de calle.
Mi gimnasio está en una prestigiosa urbanización (en la que no vivo). Detesto ir a entrenar tan pronto, porque salvo el policia, solo van señoras delgadísimas con mechas y curiosos maillots que se mueven a cámara lenta. La presencia de la señora gitana, enjoyada y vestida de calle no dejaba de ser refrescante. Entonces se ha acercado el monitor y le ha dicho que tenía que utilizar un calzado adecuado y llevar ropa deportiva.
La señora lo ha mirado como si fuera idiota y le ha dicho que ella llevaba "la ropa con la que estaba más cómoda" (una blusa con el estampado más psicodélico de la era de Acuario, en plan "el ojo mágico", unos pantalones normales y unas alpargatas de suela de esparto de bajar a la playa). Da lo mismo cuántos argumentos utilizara el monitor, con cuantas lesiones horribles la amenazara, o que le dijera que podría ser brutalmente mutilada por la máquina; la señora inamovible le ha dicho cada vez más alterada que no tenía razón, y que ella estaba muy gorda como para llevar chandal. Asi, con la gitana llamando "nene" a un culturista de 120 kilos, ante la estupefacción de las señoras con mechas, tan escandalizadas que la nariz les iba a estallar en una hemorragia incontrolable, he consumido cientos de calorías pensando felíz que me hallaba de nuevo en Málaga. Al final la ha dejado por imposible y la mujer ha estado sus quince minutos en la elíptica, modo manual, mínima resistencia, explicándole a su aterrorizada vecina que normalmente se lo pone más alto, pero que hoy la duele todo. Tengo que venir siempre a su hora.
 
Estadisticas y contadores web gratis
Oposiciones Masters