Der Fliegende Hollander
He vuelto. He pasado diez días con el holandés errante en plan barridos por la marea, pero bien, o sea, un poco aislados. Y aunque todos los indicios apuntaban a que esas minivacaciones iban a ser un completo suicidio, pues al final no lo han sido. De hecho han sido por un lado muy aclaratorias y por otro lado muy Wow!
Además, desde el punto de vista National Geographic/ Lonely Planet, he experimentado como es ser y vivir como un guiri. Lo bueno del holandés errante es que es guiri hasta un límite tan extremadamente guiri que extranjeriza todo lo que toca, y cuanto más lo toca más lo extranjeriza. Y claro, si hay algo que fué tocado, ese fui yo. Y además me encanta ponerme su ropa y ponerme el pelo como a él le gusta y ponerme las gafas de sol si el piensa que debo ponermelas... al final soy una versión guiri de mi mismo. Después de todo, nada me gusta más que complacerle.
Ser extranjero en tu ciudad es lo más. Por ejemplo, no te da corte entrar en los sitios. Me explico. Pasas por delante de una tienda...no sé, pongamos Chanel. Tú no quieres comprar nada, ni estás particularmente interesado en obtener alguna información sobre algo que te interesa de allí, por lo tanto, no entras. No entras porque hay un guardia de seguridad en la puerta, un tio que te abre la puerta vestido como para los Oscars y un ejército de dependientas estiradas y arrogantes al borde de la hemorragia nasal incontrolable. Entonces dices "No entro porque no quiero nada y me siento incómodo" o dices " Me siento extraña" que es mejor.
Pero cuando eres guiri da lo mismo. Entras y tocas todo, hablas con la fuente extranjerizante desde la otra punta de la tienda y le dices a las dependientas, mientras les pones delante una montaña de ropa arrugada y estirada hasta el límite tras haber intentado meter dentro a un holandés errante de 110 kilos: "Esto, esto Y ESTO no nos gusta, pero quiero esto y esto en la talla XXXXXL" y te giras dejando una deliciosa estela de perfume Miel de Bois de Serge Lutens.
Respecto a los hábitos relacionados con la temperatura, ahí es cuando debes poner al límite tus umbrales de resistencia térmica. Ejemplo: la playa está siendo abatida por un tornado que lleva en su interior vacas, tractores y una granja de Kansas con Dorothy aullando de pánico en su interior. Pero hace sol. Hace sol porque twister se ha llevado las nubes también. Entonces hay que ir a la playa independientemente del tornado y de que es marzo. Con nuestros minibañadores, nuestras supergafas de sol y nuestras toallas a juego con el bañador. Hay que ir a la playa aunque alrededor los grupos del inserso pasean con bufanda por las inmediaciones del hotel en temporada baja. Para eso eres guiri y nórdico.
Sin embargo a la hora de tomar un sugerente baño conjunto en la bañera es todo lo contrario. Los juegos acuáticos son lo más, hasta ahí de acuerdo. Pero los juegos acuáticos en lava candente son muchísimo más complicados. Los guiris tienen un termómetro interior diferente. Encuentran divertido que grites cuando metes el pie inocentemente en el centro del infierno y necesitas media hora para atreverte a meter el otro. Luego tiene su punto. Es como follar con fiebre. Supongo.
Ay! Han sido unos días bonitos.
Os dejo con una canción que no puedo quitármela de la cabeza y es lo más.
He vuelto. He pasado diez días con el holandés errante en plan barridos por la marea, pero bien, o sea, un poco aislados. Y aunque todos los indicios apuntaban a que esas minivacaciones iban a ser un completo suicidio, pues al final no lo han sido. De hecho han sido por un lado muy aclaratorias y por otro lado muy Wow!
Además, desde el punto de vista National Geographic/ Lonely Planet, he experimentado como es ser y vivir como un guiri. Lo bueno del holandés errante es que es guiri hasta un límite tan extremadamente guiri que extranjeriza todo lo que toca, y cuanto más lo toca más lo extranjeriza. Y claro, si hay algo que fué tocado, ese fui yo. Y además me encanta ponerme su ropa y ponerme el pelo como a él le gusta y ponerme las gafas de sol si el piensa que debo ponermelas... al final soy una versión guiri de mi mismo. Después de todo, nada me gusta más que complacerle.
Ser extranjero en tu ciudad es lo más. Por ejemplo, no te da corte entrar en los sitios. Me explico. Pasas por delante de una tienda...no sé, pongamos Chanel. Tú no quieres comprar nada, ni estás particularmente interesado en obtener alguna información sobre algo que te interesa de allí, por lo tanto, no entras. No entras porque hay un guardia de seguridad en la puerta, un tio que te abre la puerta vestido como para los Oscars y un ejército de dependientas estiradas y arrogantes al borde de la hemorragia nasal incontrolable. Entonces dices "No entro porque no quiero nada y me siento incómodo" o dices " Me siento extraña" que es mejor.
Pero cuando eres guiri da lo mismo. Entras y tocas todo, hablas con la fuente extranjerizante desde la otra punta de la tienda y le dices a las dependientas, mientras les pones delante una montaña de ropa arrugada y estirada hasta el límite tras haber intentado meter dentro a un holandés errante de 110 kilos: "Esto, esto Y ESTO no nos gusta, pero quiero esto y esto en la talla XXXXXL" y te giras dejando una deliciosa estela de perfume Miel de Bois de Serge Lutens.
Respecto a los hábitos relacionados con la temperatura, ahí es cuando debes poner al límite tus umbrales de resistencia térmica. Ejemplo: la playa está siendo abatida por un tornado que lleva en su interior vacas, tractores y una granja de Kansas con Dorothy aullando de pánico en su interior. Pero hace sol. Hace sol porque twister se ha llevado las nubes también. Entonces hay que ir a la playa independientemente del tornado y de que es marzo. Con nuestros minibañadores, nuestras supergafas de sol y nuestras toallas a juego con el bañador. Hay que ir a la playa aunque alrededor los grupos del inserso pasean con bufanda por las inmediaciones del hotel en temporada baja. Para eso eres guiri y nórdico.
Sin embargo a la hora de tomar un sugerente baño conjunto en la bañera es todo lo contrario. Los juegos acuáticos son lo más, hasta ahí de acuerdo. Pero los juegos acuáticos en lava candente son muchísimo más complicados. Los guiris tienen un termómetro interior diferente. Encuentran divertido que grites cuando metes el pie inocentemente en el centro del infierno y necesitas media hora para atreverte a meter el otro. Luego tiene su punto. Es como follar con fiebre. Supongo.
Ay! Han sido unos días bonitos.
Os dejo con una canción que no puedo quitármela de la cabeza y es lo más.
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