Lo bueno de tener una prima psiquiatra y un amigo enfermero en la planta de psiquiatría es que siempre tienes encantadoras anécdotas reales, que además te hacen sentir felíz contigo mismo porque en el fondo no estás tan mal de la cabeza como sospechas.

Lo último que me ha contado es una señora que está ingresada por decorar a sus hijos pequeños pintándoles el cuerpo de rojo. Ella ya debía estar en tratamiento de antes, más loca que la Mosquera, pero hacía vida normal. Pero en su mente se fraguaba un proyecto sensacional: tener hijos de color rojo. Compró a lo largo del tiempo botes y botes de mercromina y el gran día, los vació en la bañera. Desnudó a los niños y los mantuvo sumergidos en la mercromina hasta que se fijó el color. Luego los vistió y salió a la calle. La gente estaba horrorizada, pero ella no. Ella estaba encantada presentándole a todo el mundo a sus hijos rojos y dicendo "Verdad que estan monos?".

Me encanta...