Winter Delice
Toda la casa está impregnada del maravilloso olor que resbala desde el horno en volutas cálidas y envolventes : estoy preparando mis célebres galletas de pan de jengibre. Como todos los años: dos hornadas normales, una envenenada. El regalo perfecto. Barato, encantadoramente casero y artístico. Mis galletas de pan de jengibre estan decoradas con complicadas filigranas de azúcar que destacan sobre el fondo tostado. No hago santas claus, ni campanas, ni trineos. Prefiero los símbolos rúnicos, los dioses con astas de reno y las triples diosas. Hago lo que puedo para difundir el antiguo legado que respira pesadamente , casi exhausto, detrás de Halloween, la Natividad del señor, la Candelaria, Pascua... Y nuestro mundo solo entiende el brillo de la belleza que nubla los sentidos y les hace sonreir bobamente. Por eso debo esforzarme con mis mini mangas pasteleras en trazar delicados dibujos en cada una de las galletas. Pequeños puntitos. Alternar runas con corazones. Cuernos con estrellas de nieve.
Beorc para enamorarles.
Peorth para poseerles.
Lagu para fascinarles y atarles con un lazo invisible.
Ys para que no se pueda deshacer.
Y grandes cantidades de jengibre fresco rallado para intoxicarles con su perfume, que ha crecido debajo de la tierra mimado por ella, nutrido y enriquecido como un hijo vegetal de rizomas y raices.
Cuando prueben las galletas, que ocuparán el puesto de honor entre los dulces navideños, por unos minutos no serán parientes envueltos en un compromiso familiar, ni amigos reunidos una vez al año...algo latente se despertará, las miradas recuperarán un brillo casi olvidado y serán cazadores con pieles de animales,lobos, diosas de la fertilidad y niños salvajes que notan en la planta de sus pies el pálpito de la tierra dormida por el frio. Y algo en ellos recordará tiempos míticos (o eras geológicas) glaciales que nadie quiere que vuelvan, y harán cosas para calentarse. Algunas de ellas no estarán bien, claro, pero pueden achacarlo a los demasiados brindis de la noche.
Ese es mi regalo y mi deseo para los que quiero. Que desaten su animal interior, que vivan con pasión... porque ser instintivo es ser un poco más divino.
Y también es mi regalo a los que no quiero. Claro que a los que no quiero, después de unas horas empieza a dolerles la tripa y lo último que hacen es sujetarse el estómago en el suelo del cuarto de baño... (¡El jengibre camufla cualquier regusto sospechoso!)
Feliz estación para todos mis queridos, queridos conspiradores. Sed malos o sed buenos, pero sobretodo, por favor, sed estilosos.
Hatajo de horteras.
;-)
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