Una vez pasada la primera impresión que supone cada año entrar en el otoño, y asumir que ya no va a ser verano hasta dentro de bastante tiempo, puedo centrarme un poco. O empezar a pensar en centrarme. Júpiter (mi gato doméstico) ha asumido perfectamente el cambio de estación, como si no fuera consciente de ello. Hoy he descubierto que se da cuenta de lo que sale por televisión, lo que pasa es que normalmente no le interesa. Cuando he puesto un documental en el que salían suricatos (o perritos de las praderas), se ha quedado hipnotizado mirándolos con una expresión dulce y fascinada (paladeando mentalmente el sabor de la sangre de suricato) y cuando los animalitos salían corriendo del campo de la pantalla, él se abalanzaba hacia ese lado de la televisión, intentando cazarlos. Tras intentarlo tres veces(con un golpe frontal incluido) se ha alejado, llorando desconsoladamente.

A veces me pregunto si la televisión, e internet especialmente, despierta nuestros instintos convenientemente dormidos, para dejarnos sumidos en la impotencia y la desdicha.

Júpiter duerme tranquilo al lado del portátil. Le toco la nariz y se la tapa con su patita peluda y sedosa. Luego ronronea fuertemente. Lo cual demuestra que los medios de comunicación no son perjudiciales. No muchísimo.