Inner Palace
Cuando estoy triste, o abrumado, o necesito simplemente evadirme del mundo, me doy un baño. Con las luces bajas, la puerta cerrada, mi gato ronroneando junto a la bañera y el aire inundado de vapor.
El ruido del agua caliente, cayendo sobre sí misma, levantando burbujas y espuma, me parece tan sedante e hipnótico que pronto he alcanzado un estado de semiinconsciencia, en el que solo percibo sensaciones físicas elementales. Temperatura, presión, olores...
Pronto mi imaginación vuela y puedo beberme el delicioso cóctel de música, cuadros, historias que he leido, películas y recuerdos...mezclados al azar y pasando por delante de mis ojos cerrados. Muchas veces llega la inspiración, y adorna el ensueño con algo nuevo y fascinante, una idea, casi siempre una imágen, que podría dar lugar a algo real, o simplemente se queda resonando en mi cabeza, para mi propio placer, igual que las sales de baño tienen una vida breve destinada únicamente a complacerme.
Poco a poco se van encendiendo las luces de una delicada arquitectura interior, un palacio para mi solo. Rodeado de jardines... Horas después mis ojos aún conservan un favorecedor brillo salvaje, tras el paseo por mi alma.
Cuando estoy triste, o abrumado, o necesito simplemente evadirme del mundo, me doy un baño. Con las luces bajas, la puerta cerrada, mi gato ronroneando junto a la bañera y el aire inundado de vapor.
El ruido del agua caliente, cayendo sobre sí misma, levantando burbujas y espuma, me parece tan sedante e hipnótico que pronto he alcanzado un estado de semiinconsciencia, en el que solo percibo sensaciones físicas elementales. Temperatura, presión, olores...
Pronto mi imaginación vuela y puedo beberme el delicioso cóctel de música, cuadros, historias que he leido, películas y recuerdos...mezclados al azar y pasando por delante de mis ojos cerrados. Muchas veces llega la inspiración, y adorna el ensueño con algo nuevo y fascinante, una idea, casi siempre una imágen, que podría dar lugar a algo real, o simplemente se queda resonando en mi cabeza, para mi propio placer, igual que las sales de baño tienen una vida breve destinada únicamente a complacerme.
Poco a poco se van encendiendo las luces de una delicada arquitectura interior, un palacio para mi solo. Rodeado de jardines... Horas después mis ojos aún conservan un favorecedor brillo salvaje, tras el paseo por mi alma.
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