Ysbrand psicópata problemático
Una de las cosas buenas de ir solo, es que puedes hacer cosas que normalmente no harías delante de tus amigos o tu novio porque eres consciente que son Lo Peor, y que tienes que demostrar que eres comprensivo y amable. Por ejemplo, crear problemas en el supermercado. Supongo que uno de los efectos secundarios de ser hijo único es que tienes un umbral de tolerancia a la frustración muy muy bajo. Acostumbrado a pensar que eres todopoderoso, no estás preparado para cuando la Mujer de Seguridad de un supermercado te dice que no puedes entrar con tu bolsa de deporte.
-Disculpe, no puede pasar su bolsa de deporte. Debe dejarla en consigna.
-Es que llevo mi cartera ahí y no llevo bolsillos (shorts y camiseta de tirantes: acababa de salir del gimnasio)
-Son las normas del centro.
-Y por qué esa mujer de bolso gigante puede entrar con él?
-Porque es su bolso.
-Bueno, pues yo no estoy de acuerdo con la norma, asi que si tiene algún problema, dígale a su superior que no quiero dejarla en consigna.
Me encamino a buscar mi gel de afeitar. Segundos después aparece el Responsable de Seguridad con la Mujer de Seguridad.
-Oiga, tiene que dejar fuera la bolsa de deporte.
-¿Por qué?
-Porque la norma dice que no se pueden entrar bolsas grandes para evitar hurtos.
Como caida del cielo, pasa una señora de etnia tradicionalmente asociada al hurto, portando un bolso tipo cesta de picnic en el que podría esconder un paquete maxi de rollos de papel higiénico.
-Y por qué ella puede entrar con eso?
-Porque es su bolso.
-Pues este es mi bolso. Oiga, no quiero perder la cartera por llevarla en la mano y no me apetece volver a subir a la planta de arriba con la compra a recoger mi bolsa de deporte. Si quiere le enseño la bolsa por dentro a la cajera, o a usted, si baja las escaleras mecánicas.
-Lo siento pero es IMPOSIBLE.
-Vale, pues quiero poner una reclamación.
Tengo una larga trayectoria poniendo reclamaciones. Las reclamaciones son una manera magnífica de obstinarse en tener razón y de destruir el sistema desde dentro. Normalmente no sirven de nada, pero te sientes como un heroico consumidor ultrajado que lucha por su liberación como Erin Brokovich.
Naturalmente la Mujer de Atención al Cliente trata de disuadirme de poner una reclamación. Pero HA! eso solo empeorará las cosas y hará que mi ceja se suba aún más y mis mejillas pasen de Coral Blush a Raspberry Fluo. Encima, la mema me intenta colar una hoja de sugerencias del centro comercial. Y pone cara de "ay me había confundido" cuando le digo que quiero las oficiales que van a la DGA. Reaparece el Responsable de Seguridad.
-No , es por si este señor necesita incluir mis datos en la reclamación...
Le miro divertido con una sonrisa que en comunicación no verbal significa "¿miedo a ver rodar tu cabeza como una peonza?" Respondo tranquilizador:
-No se preocupe, no tengo ningún problema con usted, solo estoy quejándome de esa absurda norma (Mentira, me refiero directamente a la obstinación y resistencia del personal de seguridad y al hecho de que se permitió el paso a otras personas con bolsas de tamaño similar)
-Muchas gracias, señor. No todo el mundo lo comprendería...-dice visiblemente aliviado.
Hum.
Llamarme señor es un buen comienzo...
Vaaaaale. Cometo un error a propósito y pido una hoja nueva, para hacer una version 2.0 centrandome en el centro comercial. En el fondo no soy tan malo.
Lo que pasa es que no puedo con las normas. A ver, las normas están bien, siempre que yo pueda hacer lo que quiera. Hay que luchar contra las normas, aunque solo sea por el deber cívico de ponerlas a prueba. Las normas son aburridas como las noticias o los consejos de un médico. Iba a hacer un ranking de cosas que me aburren, pero ya me ha quedado muy largo.
-Disculpe, no puede pasar su bolsa de deporte. Debe dejarla en consigna.
-Es que llevo mi cartera ahí y no llevo bolsillos (shorts y camiseta de tirantes: acababa de salir del gimnasio)
-Son las normas del centro.
-Y por qué esa mujer de bolso gigante puede entrar con él?
-Porque es su bolso.
-Bueno, pues yo no estoy de acuerdo con la norma, asi que si tiene algún problema, dígale a su superior que no quiero dejarla en consigna.
Me encamino a buscar mi gel de afeitar. Segundos después aparece el Responsable de Seguridad con la Mujer de Seguridad.
-Oiga, tiene que dejar fuera la bolsa de deporte.
-¿Por qué?
-Porque la norma dice que no se pueden entrar bolsas grandes para evitar hurtos.
Como caida del cielo, pasa una señora de etnia tradicionalmente asociada al hurto, portando un bolso tipo cesta de picnic en el que podría esconder un paquete maxi de rollos de papel higiénico.
-Y por qué ella puede entrar con eso?
-Porque es su bolso.
-Pues este es mi bolso. Oiga, no quiero perder la cartera por llevarla en la mano y no me apetece volver a subir a la planta de arriba con la compra a recoger mi bolsa de deporte. Si quiere le enseño la bolsa por dentro a la cajera, o a usted, si baja las escaleras mecánicas.
-Lo siento pero es IMPOSIBLE.
-Vale, pues quiero poner una reclamación.
Tengo una larga trayectoria poniendo reclamaciones. Las reclamaciones son una manera magnífica de obstinarse en tener razón y de destruir el sistema desde dentro. Normalmente no sirven de nada, pero te sientes como un heroico consumidor ultrajado que lucha por su liberación como Erin Brokovich.
Naturalmente la Mujer de Atención al Cliente trata de disuadirme de poner una reclamación. Pero HA! eso solo empeorará las cosas y hará que mi ceja se suba aún más y mis mejillas pasen de Coral Blush a Raspberry Fluo. Encima, la mema me intenta colar una hoja de sugerencias del centro comercial. Y pone cara de "ay me había confundido" cuando le digo que quiero las oficiales que van a la DGA. Reaparece el Responsable de Seguridad.
-No , es por si este señor necesita incluir mis datos en la reclamación...
Le miro divertido con una sonrisa que en comunicación no verbal significa "¿miedo a ver rodar tu cabeza como una peonza?" Respondo tranquilizador:
-No se preocupe, no tengo ningún problema con usted, solo estoy quejándome de esa absurda norma (Mentira, me refiero directamente a la obstinación y resistencia del personal de seguridad y al hecho de que se permitió el paso a otras personas con bolsas de tamaño similar)
-Muchas gracias, señor. No todo el mundo lo comprendería...-dice visiblemente aliviado.
Hum.
Llamarme señor es un buen comienzo...
Vaaaaale. Cometo un error a propósito y pido una hoja nueva, para hacer una version 2.0 centrandome en el centro comercial. En el fondo no soy tan malo.
Lo que pasa es que no puedo con las normas. A ver, las normas están bien, siempre que yo pueda hacer lo que quiera. Hay que luchar contra las normas, aunque solo sea por el deber cívico de ponerlas a prueba. Las normas son aburridas como las noticias o los consejos de un médico. Iba a hacer un ranking de cosas que me aburren, pero ya me ha quedado muy largo.
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