OLYMPIC GIGOLÓ El joven y alucinantemente guapo príncipe era cubierto de aceite por sus siervos bajo un sol de justicia. Se disponía a ejercitar sus relucientes músculos en una planicie de arena cercana al palacio real de Troya. “Vale, TÚ sujétame la clámide, TÚ la corona y TÚ las sandalias, que voy a entrenar.” Y, mientras, la simetría perfecta del cuerpo completamente desnudo de Ganímedes era observada con babeante devoción por sus tutores y entrenadores. Hasta aquí todo era bastante normal. Pero esto son tiempos mitológicos, es imposible aburrirse. Resulta que Ganímedes tenía un admirador secreto (más) muy muy VIP. Y no era otro que el mismísimo Zeus (el soberano del Olimpo), que suspiraba por hacerle unas cuantas cosas al principito. Pero Ganímedes era sublime. No una ninfa cualquiera a la que violar convertido en toro o algo peor. Merecía que se hicieran las cosas bien. Así que negoció con el rey Tros el intercambio de su hijo por un par de caballos con alas (¿quien diría que no a un caballo con alas?)… Y arreglado el asunto volvemos a la planicie de arena, rodeada de olivos y laureles, bajo el clásico sol de justicia. “Y bien…¿Que tal he hecho las flexiones?” ; los tutores y entrenadores prorrumpieron en aplausos, cuando de repente una gran sombra cruzó por delante del sol. Todos miraron arriba. Ganímedes carraspeó para que un siervo le llevara una sombrilla y también miró arriba.
¿Es un pájaro? ¿Es un avión? Es un pájaro. Un pájaro enorme. Concretamente un águila enorme y dorada (Zeus adora los disfraces) y antes de que Ganímedes pudiera decir esta belleza incomparable es mia, lo agarró y se lo llevó por los aires. A Zeus le brillaban los ojos de anticipación al ver al príncipe desnudo y muerto de miedo apretarse contra las plumas resplandecientes y cerrar los ojos con fuerza. Os podéis imaginar la de cosas que hicieron en el palacete que le tenía preparado en el Olimpo.
Pero aquí no acaba todo. Como con la mayor parte de las cosas olímpicas, se formó un gran escándalo, cuando en mitad de una party de dioses, Zeus le dijo a Hebe, la encantadora diosa de la juventud y una de sus pocas hijas legítimas “ Hebe, cariño, estás despedida”. A Hebe se le congeló el vaso de néctar en la mano. Porque Hebe, que era superguapa y tenía alas y siempre estaba super hyper, trabajaba como copera y escanciadora de néctar para los dioses, un cometido importantísimo. “A partir de ahora Ganímedes será el copero de los dioses, Hebe, anda, dale la jarra”.
Hera, la omnipotente reina de los cielos, esposa de Zeus, y madre de la criatura se levantó indignada “¿Esa fresca mortal sustituyendo a mi hija???”. Ganímedes se levantó indignado “¿Trabajar YO??? De camarero????”
Pero aunque Hera le lanzó a Zeus un literalmente fulminante “Luego hablamos en casa” , la decisión estaba tomada.Y Hebe pasó a ser una divinidad ociosa, como casi todas.
Para terminar, un día estaban Zeus y Ganímedes en la cama, recuperando el ritmo de la respiración, y Zeus le dijo “Ganímedes, sweetie, que quieres para tu cumpleaños?” y Ganímedes respondió pensativo “Hummm….que tal una constelación?” Y Zeus diseñó la constelación de Acuario, representando a su darling con su jarra dorada, para que el sol se paseara por ella siempre en la misma época del año. ¿No os parece adorable?
Continúa en el blog de Perl: clíckame fuerte.