A mi me fascinan los arquetipos. Pero mucho. Empecé con la mitología griega con unos seis años y desde entonces mi pasión clasificadora ha sido imparable. Me compraron todos los libros que quise, pues consideraron que era bueno para mi, las librerías eran mis niñeras, leía toda información que me ayudara a clasificar a los de mi alrededor, y sobretodo a mi mismo. Quería definir y definirme. Quería que cada persona que había conocido tuviera un color distinto, un punto cardinal, un animal, un sonido, una marca de ropa, que definiera por sí misma su esencia, de forma que mi círculo familiar y social se convirtiera en una representación en miniatura del cosmos. Y sobretodo, quería encontrar mi sitio.
Con esto, no quiero decir que sea un experto (ni mucho menos), pero ha sido muy interesante, ya que cada vez que das en el blanco con alguno de los arquetipos de alguien, resulta relativamente sencillo deducir aspectos desconocidos de su carácter, predecir sus actos, y prever su interactuación con otra persona de quien también tienes esa “llave”. Por ejemplo, una mujer oca siempre será deseada y utilizada por hombres zorros con pocos escrúpulos, o un chico violeta va tener el carácter opuesto a otro amarillo, y en su relación, si ambos participan con idéntica implicación, solo conseguirán neutralizarse uno al otro. Son cromáticamente contrarios.
Pero en esa búsqueda he hecho un descubrimiento inquietante: hay menos arquetipos que personas. Es decir, que estamos todos repetidos. Todo lo que nos gusta y que pensamos que nos define, le gusta y le define todavía más a 500.000 personas, por lo menos, que además pertenecen a un club de fans y a una lista de correo a la que tu no estás apuntado (y que sientes que deberías encabezar y dirigir, y desapuntar de inmediato a todos esos suplantadores).
Esto aparentemente es descorazonador para muchas personas que nos sentíamos especiales y únicas. No es así, no hay nadie totalmente nuevo, así que quítatelo de la cabeza. Búscate en google y muere. Pero podría ser que el cosmos esté llamado a representarse una y otra vez. Podría ser que, efectivamente, los arquetipos están vivos y recorren el mundo dentro de nuestro cuerpo de mortales. Hordas de humanos que sin saberlo llevan allá donde van la esencia del 4, o del leopardo, o de Bershka.
Quizás los arquetipos compiten entre ellos.
Quizás tienen un plan.
Creo que sé demasiado. Si desaparezco repentinamente, fueron ellos.
Los arquetipos.
Con esto, no quiero decir que sea un experto (ni mucho menos), pero ha sido muy interesante, ya que cada vez que das en el blanco con alguno de los arquetipos de alguien, resulta relativamente sencillo deducir aspectos desconocidos de su carácter, predecir sus actos, y prever su interactuación con otra persona de quien también tienes esa “llave”. Por ejemplo, una mujer oca siempre será deseada y utilizada por hombres zorros con pocos escrúpulos, o un chico violeta va tener el carácter opuesto a otro amarillo, y en su relación, si ambos participan con idéntica implicación, solo conseguirán neutralizarse uno al otro. Son cromáticamente contrarios.
Pero en esa búsqueda he hecho un descubrimiento inquietante: hay menos arquetipos que personas. Es decir, que estamos todos repetidos. Todo lo que nos gusta y que pensamos que nos define, le gusta y le define todavía más a 500.000 personas, por lo menos, que además pertenecen a un club de fans y a una lista de correo a la que tu no estás apuntado (y que sientes que deberías encabezar y dirigir, y desapuntar de inmediato a todos esos suplantadores).
Esto aparentemente es descorazonador para muchas personas que nos sentíamos especiales y únicas. No es así, no hay nadie totalmente nuevo, así que quítatelo de la cabeza. Búscate en google y muere. Pero podría ser que el cosmos esté llamado a representarse una y otra vez. Podría ser que, efectivamente, los arquetipos están vivos y recorren el mundo dentro de nuestro cuerpo de mortales. Hordas de humanos que sin saberlo llevan allá donde van la esencia del 4, o del leopardo, o de Bershka.
Quizás los arquetipos compiten entre ellos.
Quizás tienen un plan.
Creo que sé demasiado. Si desaparezco repentinamente, fueron ellos.
Los arquetipos.